Convivir

Los historiadores han confirmado que, desde el siglo XIII y sobre todo con el fracaso de las cruzadas, el acceso a los Santos Lugares estaba asegurado por una nueva estrategia y que el apostolado misionero, con la presencia inerme de los franciscanos, sustituyó a las expediciones militares. Cuando el Papa Gregorio IX de Perugia, donde residía, con la Bula de fecha 1 de febrero de 1230, recomendaba a los Patriarcas de Antioquía y Jerusalén, a los Legados de la Santa Sede, a todos los arzobispos y obispos, a los abades, priores, superiores, decanos, archidiáconos y a todos los demás Prelados de la Iglesia a los que se dirigía la Bula, acoger y favorecer de todos los modos la Orden de los Hermanos Menores, debió intuir de algún modo que las Cruzadas habían fracasado en su objetivo y que sería mejor, y sobre todo más evangélico, dedicarse a convivir y dialogar con los musulmanes en vez de combatirlos. De esta forma, a la causa de los Santos Lugares se la dio preferencia. De cualquier forma, si la Bula de Gregorio IX de 1230 no puede ser considerada como documento oficial para el reconocimiento jurídico del establecimiento de los hijos de san Francisco en Tierra Santa, sin embargo es el documento que prepara el terreno y les ofrece la forma de penetrar en el país y establecerse.

 

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